Todo empezó con una pesadilla. Estaba en el pueblo de mi mamá y había un fantasma en la casa. En el sueño, trataba de vencerlo, se había llevado algo como un trofeo o una medalla. Prendí velas y cerré infinitas puertas de madera, ayudada por mi hermana. Esperábamos que acudiera a defendernos un tío que murió cuando era niño. Finalmente llegó, adulto, pero le dio miedo y terminé consolándolo, prometiéndole que el fantasma no volvería. Desperté con los brazos cruzados sobre la cara.
Se acabaron los tiempos en que los entes etéreos se conformaban con espantar en las casas, cubiertos con una sábana. Ahora, los fantasmas comen, caminan, se enamoran y, en correspondencia, esperan nuestro cariño.
Conozco gente que se ha casado con fantasmas, otros, los tienen como jefes, como mejores amigos, y hasta he visto hijos de parejas de incorpóreos. Ser el retoño de un par de fantasmas no es motivo de envidia, nacen sin el privilegio de tener una pena, sólo están tristes.
Hay una prueba infalible para saber de qué lado de la realidad te encuentras: si no te dan miedo los fantasmas, eres uno de ellos.
Se acabaron los tiempos en que los entes etéreos se conformaban con espantar en las casas, cubiertos con una sábana. Ahora, los fantasmas comen, caminan, se enamoran y, en correspondencia, esperan nuestro cariño.
Conozco gente que se ha casado con fantasmas, otros, los tienen como jefes, como mejores amigos, y hasta he visto hijos de parejas de incorpóreos. Ser el retoño de un par de fantasmas no es motivo de envidia, nacen sin el privilegio de tener una pena, sólo están tristes.
Hay una prueba infalible para saber de qué lado de la realidad te encuentras: si no te dan miedo los fantasmas, eres uno de ellos.
He leído los cuatro textos y son muy buenos, jer jer jer. ¡Felicidades!
ResponderEliminarYo no creo en fantasmas...¡Pero qué pinche miedo me dan!!!
ResponderEliminarYo creo que existen y no existen, nadie puede decir lo contrario...
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