Guardianes de No Posible/ Rubén Maya 2008

Guardianes de No Posible/ Rubén Maya 2008

martes, 9 de febrero de 2010

No es normal tener pesadillas

Justo ayer, soñé que tenía a un hombre moribundo entre los brazos y que trataba de reanimarlo soplando “vida” en su boca. No recuerdo si lo logré.

Recientemente me enteré de que las personas comunes no tienen pesadillas. Por lo menos no con frecuencia. Al parecer, las pesadillas o el terror nocturno son relativamente normales en los niños, porque el mundo los estresa y no los deja dormir, pero el asunto comienza a considerarse “patológico” cuando se presenta en la edad adulta.

Comenté con el médico que tengo pesadillas frecuentes y reaccionó con preocupación, luego, comenzó a tratarme con demasiada amabilidad, como evitando perturbarme.

Al salir de ahí, decidí hacer una encuesta. Todas las personas a las que les pregunté me dijeron que no tienen pesadillas, así de tajante. Las más valientes contestaron que casi nunca, remotamente, o sólo cuando están muy estresadas…

El misterio de por qué la gente afirma no tener pesadillas, o no las tiene, se remonta a la Edad Media, cuando se creía que éstas eran ocasionadas por una posesión del demonio, y por ello, eran motivo de persecución y tortura.

En la actualidad, la medicina moderna no ofrece argumentos que reestablezcan la dignidad de los atormentados por sus sueños. Las pesadillas se consideran parasomnias o trastornos del sueño y están relacionadas con enfermedades, estrés, traumas diversos y, lo más grave, con problemas psicológicos.

En este contexto, entiendo que la gente niegue sus pesadillas, es más, entiendo que verdaderamente no las tengan. Cualquiera se haría el propósito de sólo soñar con paisajes apacibles, antes de ser calificado como “patológico”.

La exigencia social es muy alta, diría Freud, los seres humanos tenemos que renunciar a muchos de nuestros instintos primarios para gozar del cobijo de la cultura. Es por ello que decidí replantear mi encuesta:

¿En el remoto caso de tener pesadillas, qué haría?

1. Combatirlas (no ver noticias, cenar ligero, acostarse temprano, no tener deudas, evitar los retos, no amar y dejar de leer).

2. Negarlas.

3. Resignarse.

4. Presentar una Iniciativa de Ley para proteger los derechos de los pesadillentos.

5. Legalizar las pesadillas.

6. Lucrar con ellas.

Los datos que proporcione serán estrictamente confidenciales y se utilizarán únicamente para fines científicos.

3 comentarios:

  1. Te faltó un punto en la encuesta: disfrutarlas.
    Yo siempre he tenido pesadillas, perturbadoras y enloquecedoras, tanto, que a veces se confunden con la realidad. Pero al fin y al cabo, yo las veo como una forma de experimentar problemáticas bizarras en un mundo paralelo. Aprender a vivir con el horror, ¿Qué más nos queda a los locos?

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  2. ¡Vaya! yo, como cada lunes espero encontrar en éste lugar, el acostumbrado deleite literario, pero ¡oh! sorpresa, llegó hasta el martes, no me falles Laukú.

    Falta el no acordarse de ellas, el motivo no lo sé, tal vez es una enfermedad peor que el que las sueña y se acuerda.

    Maldito Israel interesado...

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