Guardianes de No Posible/ Rubén Maya 2008

Guardianes de No Posible/ Rubén Maya 2008

sábado, 9 de enero de 2010

Me cae que tengo buenos propósitos para el Año Nuevo.

Los años, a diferencia de los niños, no llegan con una torta bajo el brazo. Cualquier persona que le haya ganado una batalla a la vida, aunque sólo lo haya hecho sosteniendo entre las manos las páginas de un buen libro, sabrá que los buenos deseos sirven para muchas cosas, otras, que no vienen al caso, pero que, cuando se trata de Años Nuevos, es necesario trazar un plan, armar una estrategia que permita arrancarles las riquezas que esconden.

La tarea requiere de inteligencia, histrionismo y coraje. Primero, hay que hablarles dulce al oído, hacerlos sentir importantes: levantarse temprano a correr en el parque, bajar un par de kilos y hacer las pases con los amigos que se perdieron en la estación del orgullo. El objetivo es que el año se confíe, que piense que te lo estás tomando en serio, que “éste es tu año”.

Algunos años son fanfarrones, les gusta sentirse únicos, insuperables. Quieren no ser olvidados, que se les recuerde aunque sea por algo malo que hicieron: “el año de la guerra”, “el año de la crisis”, “el año del futbol”.

Cuando el año se siente seguro, poco a poco comienza a soltar las frutas que esconde bajo la toga. Sí, usa toga. En ese momento, es preciso imponerse, disciplinarlo, exigirle que entregue todo el botín. Para ello, es necesario hacerle saber que existen cosas más importantes que él. Contarle que hay objetivos, necesidades y afectos que podrían pasar por encima de un millar de “los de su clase”, sin sacar una mácula. Es más, explicarle que se conocen pasiones que ni siquiera saben lo que significa la palabra “año”, pues viven muy lejos de sus cambios de humor.

Los años saben reconocer la autoridad y entregan sus riquezas sin chistar, incluso agradecen la oportunidad de colaborar con sus superiores. El único consejo es no bajar la guardia. Ha pasado que, por ahí de septiembre u octubre, cuando sientes que ya estás del otro lado, el año contraataca con un golpe en la cara, justo en el momento en que te estabas tirando tu mejor carcajada. No lo hacen por maldad, es sólo la revancha.

El año 2010, se habrán dado cuenta, ya dejó ver que es mañosón. El plan está orquestado, la artillería sobre la mesa, pero ¿quién puede levantarse a hacer ejercicio con este pinche frío?

3 comentarios:

  1. En la mayoría de los casos los buenos deseos son proyecciones inútiles cuya única finalidad es revelar lo que no somos y a lo que no es casi imposible acceder pues nuestro "verdadero yo" es el principal estorbo. Hay que seguir soñando, porque al menos en ese plano podremos encontrar cierta satisfacción mediocre.

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  2. Es difícil en un lapso de un día, unas horas o unos minutos, orquestar una serie de buenos deseos. En mi caso es lo que pasaba cada fin de año, y a muy corta edad, me di cuenta que eso no lo podría hacer jamas y, por lo tanto, no lo volvería hacer. Desde entonces cada fin de año es una fiesta que involucra a la familia y las amistades con una serie de platillos listos para degustar, y, en algunas ocasiones, una buena y nutritiva plática de la cual puedes aprender. No más. Saludos a mi Gurú favorito: Lauka.

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  3. Los años nuevos son chidos, borrón y cuenta nueva, aunque sea mentira, al menos uno lo intenta un poquito ¿No?

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